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Soneto XI

Comentario

Un poema en el que queda perfectamente reflejada la función de la mitología en el renacimiento. Los seres mitológicos, en este caso las ninfas, se convierten en personajes que escuchan las penas del autor. Este sufrirá un proceso de transformación que le hará deshacerse en líquido a través de las lágrimas e integrarse en el mítico río que ellas habitan para buscar consuelo a las penas de amor. El espacio en el que se desarrolla el poema no es sino un reflejo del “locus amoenus” que tantas veces aparecerá en nuestra poesía bajo diversas formas.

Hermosas ninfas que en el río metidas

Hermosas ninfas que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas                    
de relucientes piedras fabricadas                      
y en columnas de vidrio sostenidas;                  

agora estéis labrando embebecidas
o tejiendo las telas delicadas;               
agora unas con otras apartadas,                      
contándoos los amores y las vidas;                   

dejad un rato la labor, alzando             
vuestras rubias cabeza a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando;            

que o no podréis de lástima escucharme,                      
o, convertido en agua aquí llorando,                 
podréis allá despacio consolarme.

Debemos leer río como monosílaba “rio” para adaptar el número de sílabas.

Embelesadas y distraídas de lo exterior.

Según me encuentro

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