Dámaso Alonso. Poemas puros, 1921

Poemas puros. 1921

¿Cómo era?

¿Cómo era Dios mío, cómo era?

JUAN R. JIMÉNEZ

 

La puerta, franca.

Vino queda y suave.

Ni materia ni espíritu. Traía

una ligera inclinación de nave

y una luz matinal de claro día.

 

No era de ritmo, no era de armonía

ni de color. El corazón la sabe,

pero decir cómo era no podría

porque no es forma, ni en la forma cabe.

 

Lengua, barro mortal, cincel inepto,

deja la flor intacta del concepto

en esta clara noche de mi boda,

 

y canta mansamente, humildemente,

la sensación, la sombra, el accidente,

mientras ella me llena el alma toda.

 

Dámaso Alonso, Poemas puros, poemillas de ciudad, 1921

 

Los contadores de estrellas

Yo estoy cansado.

Miro

esta ciudad

—una ciudad cualquiera—

donde ha veinte años vivo.

 

Todo está igual.

Un niño

inútilmente cuenta las estrellas

en el balcón vecino.

 

Yo me pongo también…

Pero él va más deprisa: no consigo

alcanzarle:

Una, dos, tres, cuatro,

cinco…

 

No consigo

alcanzarle: Una, dos…

tres…

cuatro…

cinco…

 

Dámaso Alonso, Poemas puros, 1921

 

Tarde

Está el alma tranquila

y la tarde desnuda tiene una luz rosada.

El padre Sol vigila

-inútilmente, pues no ocurre nada-.

Mi alma está de alivio

de luto, y tiene una gracia interesante

mientras el aire tibio

la empuja, sin timón, hacia adelante.

 

Y bien vale la pena

de dejarse llevar, así, al azar…

 

Que toda playa es buena

y… no tengo interés en navegar.

 

Dámaso Alonso, Poemas puros, 1921

 

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